Sabía que era hora de conseguir un nuevo colchón. Mi espalda estaba pagando el precio de dormir tantos años en uno viejo y gastado. Empecé mi búsqueda investigando en internet sobre los diferentes tipos, precios y tiendas.

Decidí empezar en IKEA. Era una opción asequible y podía llevarme mi compra a casa de inmediato. Pero después de probar varios colchones, dejé el lugar sintiéndome frustrado. Ninguno parecía brindar el alivio que mi espalda necesitaba.

La próxima parada fue una conocida tienda de muebles. Tenían una de colchones de varios precios y materiales. Pasé horas probando cada exhibición. Encontré uno que realmente aliviaba la presión en mi espalda baja y hombros, pero el precio estaba más allá de mi presupuesto.

Después de tantos colchones incómodos y caros, empecé a perder la esperanza de encontrar aquel que me diera la comodidad y el alivio de dolor que necesitaba. Pero luego me enteré de una pequeña tienda local con colchones fabricados artesanalmente.

Fui a la tienda y probé un colchón de látex. Sentí alivio inmediato en zonas dolorosas al recostarme. A pesar de mi escepticismo, compré el colchón en el acto.

Lo llevé a casa y al acostarme en él pude sentir la diferencia. Desperté con mucha menos rigidez y dolor en la espalda. Supe entonces que mi búsqueda había terminado, todo gracias a ese colchón artesanal local.